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Diez años sin José Luis Abós: "Espero que estés disfrutando ahí en el cielo"
Willy Villar, Joaquín Ruiz Lorente, Henk Norel, Damjan Rudez, Pablo Aguilar y Albert Fontet recuerdan al entrenador que llevó al Basket Zaragoza al lugar que le correspondía en el décimo aniversario de su fallecimiento
José Luis Abós sonreía mucho. También gritaba, se enfadaba, exigía, se ponía serio. Pero sobre todo sonreía porque el baloncesto le hacía feliz. Y ser entrenador y triunfar en el CAI Zaragoza fue el sueño de su vida hecho realidad. Seguramente por eso, diez años después de su fallecimiento los que fueron sus jugadores le recuerdan sonriendo. Así ha pasado a la eternidad.
«Estaba pensando qué decir de él y me he dado cuenta de que cada vez que lo recuerdo, y son muchas veces, lo veo sonriendo. Con el polo rojo del CAI y sonriendo. Y, honestamente, me gusta que sea así», dice Albert Fontet. «Recuerdo perfectamente su sonrisa del primer momento cuando nos presentamos en vivo, su sonrisa y su energía», señala desde Zagreb Damjan Rudez.
«Era un hombre muy bueno y un buen entrenador, era exigente y fueron unos años maravillosos y muy exitosos», continúa el croata. «También recuerdo sus gritos», añade entre risas, «había veces que no veíamos el mundo con los mismos ojos, pero podías hablar de todo con él», explica. Y todos coinciden en una cosa, José Luis les hacía sentir importantes.
Una química especial
«Él sabía que los jugadores necesitan sentirse bien», dice Rudez. “Exigente yo creo que es palabra, que quería sacar lo máximo de sus jugadores, pero nunca olvidaré sus ganas de vivir, le gustaba la vida, le gustaba disfrutar”, continúa. Y los jugadores disfrutaban también en la pista. “Era un entrenador que te daba libertad, que tenía su filosofía de baloncesto, pero no de los que quieren que cada movimiento y que cada tiro sea algo calculado. Y especialmente para mí, como un jugador que dependía mucho de su tiro eso significaba mucho, que no me quitaba por un tiro fallado. Tenía una confianza en mí y siempre me decía que tuve que tirar, tirar y confiar”, añade Rudez, que no duda en afirmar que Abós fue clave en su carrera, que sacó lo mejor de él y que sin su influencia, no hubiera jugado en la NBA.
“Yo estaba muy a gusto en Badalona, pero sentía que allí era el joven y necesitaba dar un paso en mi carrera. José Luis me dijo que iba a ser un pívot importante, que iba a jugar y era lo que quería”, rememora Norel. “Y la verdad es que ese primer año con Sam Van Rossom, Pablo Aguilar, Michael Roll, Damjan Rudez, John Stefansson…desde el principio fuimos como hermanos en el equipo y esa es una sensación que he tenido muy pocas veces”, continúa el neerlandés, que atribuye a Abós buena parte de responsabilidad en ello. “Tenía muy claro cómo jugar. En ese momento casi todos teníamos más o menos 25 años y ganas de explotar. En mi caso José Luis me dejaba jugar muchos minutos, tenía mucha confianza en mí en el poste bajo y fue el entrenador que necesitaba en ese momento”.
Los jugadores encajaron, Abós sacó la mejor versión de cada uno, el juego era divertido y los resultados llegaron. “Y si estás un paso de frente de los objetivos, juegas con menos presión, las cosas salen más naturales. Y bueno, hay muchos jugadores que estabann contentos en el equipo, porque todo el mundo jugaba, todo el mundo era importante, todo el mundo conocía su rol y yo creo que también por José Luis”, valora Norel, que califica de “increíble” la temporada 2012-13 en la que el equipo jugó la Copa y el playoff llegando a semifinales contra el Real Madrid.
“Todo acompañó, teníamos buenos jugadores y él tenía mucha mano izquierda con nosotros, sabía hasta dónde podía apretar y esa fue una de las claves”, añade Fontet. “Sabía cómo manejarnos”, corrobora Rudez. “Los resultados eran espectaculares, el juego también, la gente venía mucho al pabellón, estaba entusiasmada, entonces era aún más difícil que perdiéramos en casa… Y eso hace que todo el mundo le recuerde con cariño porque además los inicios no fueron fáciles y José Luis consiguió darle la vuelta y de qué manera”, indica Fontet.
Una persona importante
Abós fue importante para todos ellos. «Con 25 años, era el entrenador que necesitaba en ese momento. Me sentía muy relajado con él y pude jugar a mi mejor nivel», explica Norel. «Me dio la oportunidad de estar aquí y de vivir unos años maravillosos», añade Fontet, a quien José Luis elogiaba siempre en público. «Es verdad que hacia eso porque era consciente de que a veces no me podía dar más minutos y en las ruedas de prensa intentaba poner en valor el trabajo que hay detrás. Esta es una de las cosas que hacía muy bien porque hacía sentir a todos importantes, tanto a Henk, que jugaba mucho porque era buenísimo, como a mí que jugaba menos».
El sentimiento es unánime. «Para mí ha sido y es una persona muy importante en mi carrera deportiva porque yo llegué a Zaragoza siendo muy, muy joven y él me dio la oportunidad, confió en mí, me ayudó a crecer y me hizo parte importante de un club y un proyecto muy ambicioso y la verdad que vivimos muchísimas cosas muy buenas tanto a nivel deportivo como a nivel personal y yo con José Luis sentía una conexión muy especial porque más allá de ser mi entrenador y poder hablar y discutir entre comillas cosas dentro de la pista, me sentía muy cómodo con él. Le tendré siempre en mi recuerdo», apunta desde Japón Pablo Aguilar.
Quienes compartían con él el banquillo y el despacho también elogian lo fácil que era trabajar con Abós. Porque no solo era un compañero sino también, y sobre todo, un amigo. Lo fue de Willy Villar, con quien formó un tándem único, y de Joaquín Ruiz Lorente, al que conoció hace 40 años, en 1984, cuando lo fichó de Maristas para ser campeón de España júnior con el CAI (CBZ) y romper la hegemonía de Madrid y Cataluña.
«Yo creo que un momento dado él ya sintió que como jugador, pues bueno, había disfrutado pero no podía llegar a nada, y empezó muy pronto en Helios con Quino Salvo y luego ya en el CBZ con el que fue campeón y subcampeón de España. Con 24 o 25 años ya había conseguido el éxito porque aquello tuvo mucho mérito», recuerda Joaquín, que lo tuvo como entrenador, como compañero y siempre como amigo. «Me acuerdo siempre de los lunes al sol que él decía, de cuando a lo mejor estaba sin equipo y quedábamos aquí en Zaragoza y nos tomábamos un café y hablábamos de muchas historias», añade.
El mono de trabajo y el casco
El entrenador, ahora ayudante en la selección china, siempre recuerda lo que les decía José Luis cuando tenía 18 años. «Una de las cosas que siempre nos decía antes de salir a jugar un partido es vale, sí, somos Zaragoza, somos un equipo allí en Zaragoza muy importante, hemos ganado todo allí, pero aquí en España no somos nada, tenemos que pelear contra gente, contra equipos que son probablemente mejores, no cabe la menor duda, pero la única manera de ganarles es poniéndonos en el mundo de trabajo y el casco, eso lo decía siempre y era pues es una metáfora de decir que en esta vida realmente si no te pones a trabajar, si no te pones duro con la ilusión y las ganas de sacar adelante lo que tienes, el objetivo que tienes por delante, no puedes conseguir», explica.
Después, trabajar con él fue muy sencillo. «Fueron años extraordinarios pues porque ya cuando tú tienes una relación personal de hace tiempo es muy fácil trabajar al lado de la otra persona y sobre todo porque era una persona que te lo ponía todo muy fácil. Él era muy directo, era muy claro, muy honesto, muy íntegro y como yo lo conocía desde hace mucho tiempo, yo creo que desde el primer día que me dijo lo que pretendía de mí y dejó las cosas claras», dice el entrenador que tuvo que asumir su función al frente del equipo tras conocerse la enfermedad de José Luis y su temprana muerte.
Willy también fue su jugador antes que compañero del alma. «Al principio de todo una fase de conocernos a nivel profesional, pero es verdad que siempre ayudó que a nivel personal había mucha, mucha química. Al final fuimos amigos y eso que puede parecer algún momento inconveniente, en nuestro caso no era así, nos ayudaba mucho porque en los momentos que había diferencias de criterio teníamos que llegar a decisiones y era importante que pudiéramos debatir todo porque había un principio de lealtad inquebrantable».
Un equipo divertido de ver
Zaragoza, el CAI, su casa, fue quizá su mejor obra, pero tanto Willy como Joaquín destacan que José Luis consiguió el éxito en casi todos sus equipos, en Bilbao, en Inca, por supuesto en categorías inferiores. Villar, director deportivo del Gran Canaria, destaca su visión del baloncesto. «Yo creo que era un virtuoso del juego de ataque, que todos sus equipos jugaban un baloncesto estéticamente muy bonito. Era mucho de compartir el balón, de jugar siempre un pase extra, tenía un sentido de la estética del juego ofensivo que yo creo que hacía disfrutar mucho con los equipos por cómo los hacía jugar. Por supuesto le gustaba defender, porque sin defender no eres competitivo, pero creo que por encima de todo era un juego muy bonito para el espectador».
Ambos pudieron ver además cómo José Luis consiguió su sueño. «No es solo ser profeta en tu tierra sino remontar esa situación de duda hacia él que había al principio y terminar logrando el éxito por la puerta grande. Y lo hizo por cabezonería porque él tenía muy claro que quería triunfar en su casa, yo creo que eso lo tenía marcado a fuego, de que él quería estar en Zaragoza y quería ser querido», recuerda Willy, que destaca también su amor por la tierra. «Siempre ha sido, fue siempre muy de Zaragoza, muy maño, él era el mejor aficionado del Real Zaragoza, del fútbol, si podía no se perdía un partido, lo sufría y entonces eso lo llevaba a su profesión, a su trabajo y por nada del mundo quería fracasar»
Diez años después aún se emocionan, por su recuerdo y por lo duro y rápido de su pérdida. «Perder a un amigo siempre es duro, perderlo de la manera tan rápida como se produjo todo pues fue durísimo. Parece mentira que hayan pasado ya 10 años. Lo personal está por encima pero la pena es que también a nivel profesional yo creo que era el momento en el que él estaba disfrutando mucho del baloncesto y cosechando y recogiendo todo lo que había sembrado en su momento, todo el trabajo, el esfuerzo, la ilusión, la vocación que él tenía y bueno, pues eso duele por partida doble, fuera de que, como insisto, lo más importante es el aspecto personal», dice Joaquín, que heredó, por expreso deseo de José Luis, todos sus apuntes tácticos que aún conserva y consulta.
La pérdida
«Lo sigo echando de menos a nivel profesional y personal porque como decía antes, pues era una cosa que llevábamos al unísono, era el poder trabajar con todo lo que supone estar en la élite, de tensión, de presión, de malos momentos, pero hacerlo con un amigo pues realmente hacía que todo fuese mucho más sencillo y que uno fuera a trabajar siempre y a pesar de los malos momentos, con alegría, con ganas», continúa Willy, añadiendo que José Luis se marchó sabiendo que contaba con el respeto y cariño de todo el mundo, de profesionales, compañeros y aficionados.
«Sinceramente no puedo creer que ya pasaron 10 años. Me acuerdo muy bien de que fue el verano en el que me fui a la NBA y nuestras últimas conversaciones que tuvimos en las que me deseaba toda la suerte del mundo y ya veía en su cara y su comportamiento cuánto orgullo tuvo él con esa situación que se estaba desarrollando conmigo con NBA cuánto mérito tiene él también en todo este proceso», recuerda Rudez.
El impacto en el equipo
Para los que continuaron en el equipo fue especialmente duro. «Es increíble como esa enfermedad pasó tan rápido, desapareció en dos meses y fue una época muy, muy triste para todos nosotros que estuvimos conectados con él. Fue muy triste que lo que pasó con él y también el año que él se murió fue bueno, sobre todo para los jugadores que han estado jugando con él, no fue el mismo cada partido. Íbamos a jugar y en cada sitio había un homenaje, un recuerdo, entonces a cada momento te lo hacían recordar. Tuvo un gran impacto en el equipo», rememora Norel.
Que rapido pasa la pvta vida... intentemos disfrutarla compañeros del foro.
Diez años sin José Luis Abós.
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